Han sido meses de silencio, no porque nada sucediera hace 100 años que poder contar, sino porque he sido incapaz de terminar una sola entrada. Se abre el verano, es tiempo de descanso y creo que podré retomar esta búsqueda gozosa de acontecimientos que tengan que ver con la antropología.
Rompo el silencio hoy porque este 22 de junio se cumple el centenario del nacimiento de Katherine Dunham, famosa bailarina y coreógrafa que se formó en la antropología y se doctoró en la Universidad de Chicago con una tesis titulada "Dances of Haiti, Their Social Organization, Classification, Form and Function" que está traducida al castellano como "Danzas de Haití" en Acta antropológica 2.4 (Mexico, 1947).
Y quiero recordarla además porque ella formó a Maya Deren, una cineasta experimental que se inició grabando el trabajo de campo de Dunham en Haití y que tiene obras preciosas.
Se dice que Katherine Dunham, que murió en 2006, a los 96 años, revolucionó la danza de los años 30. Y al parecer la revolución vino de aplicar al baile la disociación de los miembros del cuerpo, que Dunham encontró cararacterístico de las danzas caribeñas. El trabajo de campo y análisis antropológico que realizó sobre estos bailes le permitió identificar lo propio de los mismos y fijarlo en sus coreografias. Una de las más famosas, "Shango", está basada en el baile del mismo nombre. Aquí tenéis una muestra del mismo: http://www.youtube.com/watch?v=xuqy804ogco&feature=related; y a la propia Katherine hablando sobre él: http://www.youtube.com/watch?v=ab6KWufcCUw&feature=related
En youtube encontráis varios fragmentos de este documental realizado por un tal D.A. Pennebaker en el que Katherine comenta distintos bailes mientras los vemos.
Es un gusto ver esos movimientos. Hay uno en concreto, el de sacar y meter el pecho, típico de las posesiones del vudú, que siempre me ha impresionado por su fuerza.
Descubrí hace poco, leyendo unos textos sobre Maya Deren, que se trata de la convulsión que provoca la posesión, cuando el dios literalmente se te monta en la espalda, es decir, te convierte en su caballo.
La propia Maya, al final de su libro, Divine Horsemen (1953), relata su propia experiencia, cuando el dios "Erzulie" la posee. Al parecer, la deidad doma el espíritu del poseído como un jinete la fuerza desbocada del caballo. De ahí también el título de otra obra sobre el Vudú haitiano, "Tell My Horse" (1937), de la antropóloga Zora Neale Hurston, otra mujer a la que merece seguir la pista. En la red se encuentran cientos de referencias e incluso un documental en youtube: http://www.youtube.com/watch?v=PANwrq_OuPM
También de Maya Deren se puede ver casi todo en youtube. El propio Divine Horsemen, un documental que su viudo, el compositor Teijo Ito, editó en 1977, 15 años después de la muerte de Maya, con imágenes grabadas por ella en sus estancias en Haití: http://www.youtube.com/watch?v=N0YD-MmhjTE
Pero también se pueden ver esas piezas experimentales que la convirtieron en una de las directoras de culto del cine underground neoyorquino: A Study in Choreography for Camera (1945) y Ritual in Transfigured Time (1946), entre otras; y que fueron protagonizadas por bailarines de la compañia de Dunhan, de quien hoy recordamos su centenario.
lunes, 22 de junio de 2009
Haití, el baile y las antropólogas
lunes, 2 de febrero de 2009
Simone Weil
Hoy, 3 de febrero, hace 100 años, en París, nació Simone Weil. Es difícil referirse a una persona tan excepcional como ella. Primero porque no sabes qué elegir contar de su vida o de su obra, ya que todo es apasionante. Segundo porque al pensar en ella te das cuenta que sólo vivió 34 años y que a quien admiras de manera casi ejemplar es ya más joven que tú. Y tercero y, sobre todo, porque recordarla emociona.
Conocí a Simone Weil en 1994, cuando estudiaba filosofía en la Universidad de Middlesex, Londres, en mi año de Erasmus. La profesora de Filosofía Feminista la incluyó en su repaso por las filósofas omitidas, aunque memorables. Me gustó de ella su compromiso con la experiencia, su idea de que no se podía hablar de las cosas sin haberlas padecido, lo que le llevó a abandonar la docencia para irse primero a trabajar en una cadena de producción a la fábrica Renault y luego para incorporarse a filas en el frente republicano en España.
Simone consideraba que la ciencia social debía servir "para llegar a saber qué sociedad resultaría menos opresiva en unas condiciones dadas", por lo que la primera tarea consistía en conocer las causas de la opresión social. Padecer en la propia carne la opresión era el mejor modo de comprenderla: "Lo que he sufrido allí me ha marcado de una forma tan duradera, que aún hoy, cuando un ser humano, sea el que fuere y en cualquier circunstancia, me habla sin brutalidad, tengo la impresión, y no puedo remediarlo, de que hay un error y de que, desgraciadamente, ese error no tardará en disiparse. Allí he sido marcada, y para siempre, con la impronta de la esclavitud".
Esto escribía Simone tras el año en la fábrica. La experiencia de la guerra fue mucho peor y enseguida se dio cuenta de que la guerra y las necesidades que genera prevalecen sobre las aspiraciones que a través de ella se han querido defender.
Pero no voy a insistir aquí en la fuerza de sus reflexiones, sino sólo recordar y reivindicar su método: experiencia y escritura.
Simone, como profesora, animaba a sus alumnas, tal y como cuenta Simone Pétrement en su libro "Vida de Simone Weil", a que escribieran lo que se les ocurriera. Les aconsejaba "que escribieran lo que veían, por ejemplo, una mujer que bosteza". Pura etnografía.
Y para terminar tres cosas: una reivindicación, una identificación y un parecido.
-Reivindico la reivindicación al cuidado del otro que recoge la obra de Weil y que la directora del documental sobre Weil "An Interview with Simone Weil" ha recogido como declaración de principios:"la atención es la forma más rara y pura de generosidad".
-Me identifico con Simone Weil en su deseo infantil de ser niño. A ella le llamaban Simon, a mí "txo". ¿Cuánto tiempo más querrán las niñas ser niños?
-Simone Weil se parece a Marta. Las dos bellas e inteligentes filósofas. Un beso para Marta.
(Y ¿quizás también a Nuria? otro beso para Nuria y su recién llegado retoño)
martes, 6 de enero de 2009
Jorge Oteiza
No quería acabar 2008 sin hacer referencia a Jorge Oteiza, ya que el pasado 21 de octubre fue el centenario de su nacimiento. Sin embargo, hasta este domingo no he podido acercarme a la exposición que Ángel Bados ha comisariado en el museo Oteiza de Alzuza, y no quería hacer esta entrada hasta haberla visto.
Por cierto, la exposición acaba el 31 de enero.
Oteiza es siempre emocionante. Me fascinó la escultura "Ángeles en escuadrilla" de 1953, que ahora veo en la página 156 del catálogo editado por Bados junto a un comentario del propio Oteiza: "Escuadrilla de 3 ángeles que miraban una gran cruz en la fachada de Fisac para los dominicos de Valladolid, rechazada, no tenían alas, que eran de propulsión".
Genial. No he visto jamás ángeles tan veloces. Ni tan inquietantes tampoco.
Alguien se preguntará qué tiene que ver Oteiza con la antropología.
Pues creo que si no fuera porque él se autodenominaba escultor casi todos querríamos apropiarnos de Oteiza, compartir con él profesión. Pero más allá de esto, Oteiza escribió libros como el arriba referido "Quosque Tandem" o "Ejercicios espirituales en un túnel", que se subtitulan "Ensayo de la interpretación estética del alma vasca" y "De Antropología estética y nuestra recuperación política como estética aplicada", respectivamente. Y podría hablar de la influencia de Oteiza en la antropología vasca, que ha sido determinante en la sugerente obra de Joseba Zulaika "Tratado estético-ritual vasco" (1986), publicada poco después de "Oteiza, esteta y mitologizador vasco"(1986), del mismo autor. Pero me voy a limitar a incluir aquí algo de lo que escribí en mi libro "Pelota vasca: un ritual, una estética"(2005) sobre Oteiza. Al final y al cabo, Oteiza dio por concluido su proyecto experimental con "Homenaje a Velazquez"(1959), escultura que no es sino un frontón vasco.
"Oteiza, ocupado gran parte de su larga vida (1909-2003) en captar la esencia del vacío, descubrió en el frontón el equivalente comunitario de esos agujeros en la arena que, de niño, en la playa de Orio, le aislaban del mundo. En su tarea constante de desocupación estética, el escultor, poeta y pensador vasco, más que un vaciamiento, lo que ha procurado es crear un vacío activo de protección espiritual. Desde un arte concebido no como “perfeccionamiento artístico sino (como) proyección significante, simbólica y trascendental para la vida” , Oteiza encuentra en una construcción megalítica, el cromlech, el final del proceso artístico, en el que el escultor “abre un sitio para su corazón en peligro, hace un agujero en el cielo y su pequeña cabeza se encuentra con Dios” .
Antes de este descubrimiento, Oteiza ya había dado por concluida su investigación artística de búsqueda de un vacío espiritual energético, de un silencio espacial interno, con sus Cajas metafísicas, esculturas constituídas por simples triedros en las que se revela otra de las construcciones vascas más originales: el frontón. El mismo Oteiza reconoce que para su obra “Homenaje a Velazquez”, relacionó Las lanzas con Las Meninas y le dieron el frontón vasco , aislador metafísico, aparcamiento de la sensibilidad formada.
El propósito experimental de Oteiza, ya concluido, coincidía con el propósito espiritual del escultor prehistórico:
“La piedras no estaban colocadas desde la realidad sino en contra de ella, desde una conciencia metafísica definida en el espacio. Antes, desde lo figurativo, el cazador mágico del paleolítico sujeta la imagen del animal (el bisonte-historia) en sus pinturas rupestres del interior de su refugio material. Ahora, desde lo abstracto, en este cromlech neolítico, inventa el artista, en el mismo espacio exterior de la realidad, la habitación para su raíz metafísica, la intraestatua –almario- su intrahistoria, que diría Unamuno. El hombre se ha puesto fuera de sí mismo, fuera del tiempo. Solución estética –razón religiosa- de su suprema angustia existencial”.
Me doy cuenta ahora de una errata en mi libro (página 278). La fecha de nacimiento de Oteiza es 1908 y no 1909 como escribo ahí. ¿De dónde saqué yo este dato? Quizás del libro de Pelay Orozco. Voy a mirarlo.
No, en la síntesis biográfica viene claramente que nace en Orio en 1908.
No sé, pero parece ahora como si algo me hubiera empujado a escribir esta entrada ya en 2009. Poderoso inconsciente.